Vecinos de San Telmo reclamaron justicia por el jubilado que murió tras ser golpeado por robar dos chocolates en un supermercado

«En San Telmo, matar no pasa desapercibido», rezaba uno de los mensajes que más se repetía entre los carteles y cartulinas pegados a una de las dos puertas de ingreso al supermercado Coto ubicado en la esquina de Brasil y Perú, en el barrio porteño de San Telmo.

Debajo de esos papeles, había 42 velas encendidas. Es el lugar donde comenzó el entredicho que derivó en la agresión a Vicente Luis Ferrer, el jubilado de 68 años que murió tras ser golpeado por dos empleados de esa sucursal. La furia y la indignación por la muerte del hombre, perdura entre los vecinos.

Durante la noche del jueves, cientos de personas, desde jóvenes a adultos mayores, se reunieron para pedir justicia frente al centro comercial, que lucía vacío, cerrado al público, con las luces del interior encendidas y un cordón policial de custodia.

Los vecinos apuntaron contra el supermercado Coto y también contra la Policía de la ciudad de Buenos Aires

De la convocatoria participaron, además de vecinos, integrantes de diferentes movimientos sociales, centros culturales y ollas populares. «Se va a acabar esa costumbre de matar», cantaron los más efervescentes.

El eje de las críticas fue variando. Por momentos, los manifestantes repudiaron a la empresa Coto, pidiendo el cierre de la sucursal; en otros pasajes, el blanco fue la Policía de la ciudad de Buenos Aires.

«Vinimos a apoyar la lucha. No puede ser que le peguen así a una persona mayor. Son unos violentos», dijo Mary, que vive a una cuadra del lugar. «Son asesinos y tienen que estar presos», agregó ofuscado un hombre mayor. En el lugar también estuvo, Alejandro Amor, Defensor del Pueblo, quien aseguró que la defensoría se va a presentar como querellante.

Ninguno de los concurrentes a la movilización con los que dialogó Infobae conocía a Ferrer. No es extraño. En una recorrida por el barrio, vecinos indicaron que el jubilado era una persona reservada y que vivía solo en un departamento ubicado a dos cuadras de donde recibió la golpiza. Revelaron, además, que tenía una única hija, que vive en Alemania y que debió viajar de urgencia a la Argentina tras enterarse del fallecimiento de su padre.

El hecho ocurrió el viernes pasado cuando los trabajadores de seguridad, según relataron a la policía, advirtieron que Ferrer se retiraba del local sin pagar dos chocolates, un queso fresco de 500 grs. y una botella de vidrio de aceite de oliva de 500 ml. A raíz de ello lo interceptaron en la puerta del comercio.

De acuerdo a lo que contó una empleada de una panadería cercana, ambos empleados, identificados como Gabriel Alejandro de la Rosa, vigilador privado, 27 años de edad, y Ramón Cerafín Chávez, 32 años, oriundo de Virrey del Pino, empleado de Coto, le propinaron varios golpes de puño al jubilado tras un entredicho verbal.

Llevaron carteles, prendieron velas y realizaron un minuto de silencio

Cuando llegaron los efectivos de la Comisaría Vecinal 1 E de la Policía de la Ciudad, Vicente colapsó y perdió el conocimiento. A pesar de los intentos por reanimarlo y del traslado inmediato al Hospital Argerich, el hombre murió a causa de un traumatismo en su cabeza. De la Rosa y Chávez quedaron detenidos, imputados por homicidio simple.

El titular del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N° 33, Darío Bonanno, en consonancia con la opinión de la fiscal nacional en lo criminal y correccional N°8, Marcela Sánchez, decidió que los presuntos asesinos de Ferrer sigan por el momento bajo arresto a la espera de ser trasladados a algún penal.

El caso se dio a conocer luego de que el fotógrafo Nicolás Ramos pasó por casualidad por el lugar, vio a Ferrer tendido en el suelo y lo fotografió. Otro de los carteles en la protesta aludía al accionar de Ramos: «¡No se lincha en soledad: no mirés para otro lado!».

Pasadas las 21.30, parte de la multitud que acompañó la protesta comenzó a disiparse. Quienes se quedaron, realizaron un minuto de silencio y pegaron todos los carteles con los que se movilizaron en la puerta del supermercado.

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