
A partir de diversas circunstancias en La Pampa se han formado grupos artísticos que trascienden y pasarán a formar parte del acervo cultural de nuestro pueblo.
Tal es el caso del grupo literario “Desguace y Pertenencia” que se originó y se complementan a partir de que sus integrantes fueron seleccionadas por el Fondo Nacional de las Artes y becadas para realizar un taller de poesía a cargo de la escritora Alicia Genovese. En un principio el grupo estaba formado por Marisa Cascallares, Marcela Zuazo y Lisa Segovia de Santa Rosa, Águeda Franco de General Pico, Mabel López de Uriburu, Daniela Pascual de General Acha y Susana Slednew de Eduardo Castex.
A pesar de haber partido Mabel López privándolas de su presencia física, según ellas expresan permanece en alguna forma y la presienten en cada verso con que armonizan sus poemas, en todos los amaneceres y en el aroma que se desprende de los ocasos de esta pampa llana y sugerente con improntas de poesía.
Realizan reuniones periódicas, a veces ocasionales ya que al residir en distintas localidades los motivos personales, razones dadas por el clima, transitabilidad de las rutas o circunstancias imprevistas las obliga a posponer lo que pudieran haber programado al respecto. Sin embargo han tenido oportunidad de realizar presentaciones en grupo en muchísimos eventos organizados dentro y fuera de nuestra provincia. Demás está decir que la calidad de sus producciones es reconocida, valorada y disfrutada por quienes gustan de la poesía y los medios se han ocupado de difundirlas. Han publicado dos libros en forma conjunta: “El hilo invisible” y “Donde el viento” teniendo en preparación otra obra también compartida.
Más que hablar de las escritoras/poetas, creo que es procedente que se conozcan también por este medio alguna de sus obras. Ojalá que los lectores las disfruten tanto como a mí me sucedió.
Demasiada sal
los cuerpos flotan
el viento los arrastra
como plumas,
hasta el silencio se espesa.
No me gusta la liviandad
que alcanzan las cosas;
mejor que los recuerdos
se queden en el fondo
entre las ramas
que sigan hundidos
en el fango
que la sal no lleve
hasta la orilla
la voz irremediable
de la memoria
que se puede anudar
en un pañuelo.
Demasiada sal
Mejor que sólo cierre
las heridas
no que las saque a flote
es tarde
hasta la venganza
está vieja
y no acepta limosnas
Lisa Segovia
Quemamos palo santo.
Sahumamos debajo de las camas
dentro de los roperos
en las esquinas
de las habitaciones.
No quisimos guardar
el olor de la pena.
La casa se llenó
de un humo perfumado
que enrojeció los ojos.
Quemamos asimismo
pedazos de pasado
lo que no ocurrió nunca
lo que ya no seremos.
Humo de palo santo
purificando el alma de la casa.
Después
en el umbral
esperamos la luna
con la espalda liviana.
Águeda Franco
Patrimonio
La mañana y el tiempo de la tarde tengo
el agua, el miedo, el otoño, la alarma del despertador
las pelusas que hay debajo de la alfombra,
los dientes apretados, las cascadas de risas en la mesa,
el cansancio, el viento tengo
y la viva memoria con que soy.
Susana Slednew
Hoja en blanco
No sabía del mundo
más que una ciega idea
un papel en blanco
después del tiempo
cedían los muros
ejecutaban historias
yo no sabía
de esta hoja en blanco
soy una mínima sospecha.
Mabel López
En el camino
Las manos al volante
las luces se mueven como si soplaran arena
señalan el camino bordeado de árboles
que toman forma detrás de humo
las ruedas retumban entre pozos y piedras
a dónde me lleva este camino
sigo el mendrugo seco de un sueño
deformado y raquítico
qué busco hoy cuando sigo este sendero
No sé si no encontré o dejé de buscar
si me he quedado sola porque ellos se fueron
o fui yo la que partió y no me di cuenta.
Tampoco estoy segura si me quedaré un día
o para siempre
no sé si hay lugar para mí
donde voy.
Dentro del motor
la gota de combustible cae y enciende de energía los fierros
las llantas dejan surcos en la arena
una nube de polvo me sigue.
Los pies en el acelerador
las manos al volante, el auto cruje, salta, avanza
y yo detenida.
Daniela Pascual
para Leticia maestra rural
(madre de todos los tiempos)
Madre Machi
Mujer de piel curtida por el sol
de las mañanas heladas .
Sus pasos firmes atraviesan los médanos.
Ella enseña las palabras de la vida
en un claro del campo rodeado de maizales .
Retumba su campana de bronce
ondas musicales hacen vibrar las puertas.
Los niños dejan atrás el monte
escriben en pizarrones donde crecen esperanzas.
Ella tiene poderes para leer los astros
se conecta con el cosmos.
Sabiduría ancestral.
Sueña con pájaros perdidos
por caminos de cardo y margarita .
Percibe los males
los espanta
antes que llegue con su voz punzante.
Repite a sus hijos
«que nunca les falte comida fortaleza compañía»
todos se ríen y saborean.
Se va cantando coplas que curan
versos que calman penas y auguran amores.
Marcela Zuazo
Alquimia del amor primero
A María, hacedora incansable
“en los lejanos patios de la infancia.”
Juan Gelman
Un anillo de harina
sobre la mesada
dos huevos
medio pocillo de aceite
sal pimienta blanca
en sus manos la receta de tía Elena
dos chorros de soda directo del sifón
invaden la mezcla
la vuelven propia
puñado abundante de perejil picado
agrega motas de color
ella estira la masa
con la botella de vidrio
marca los cuadrados
pequeños ravioles sin relleno
en la olla
el tuco cocina su sabor
mi madre
transformó en recetas
el amor
que no pudo entregar de otra manera
diluyó las sombras
para encender mis manos.
Marisa Cascallares