La emprendedora de Brasil que gana 14.000 euros al mes con bikinis de cinta aislante

La idea de Erika surgió de la pobreza: “De pequeña no podía comprar un traje de baño”. Ahora gana miles de euros con un spa casero en Río, una ciudad arrasada por el desempleo

En plena primavera tropical, las mujeres de la periferia de Río de Janeiro ya han empezado a prepararse para la operación bikini. El verano en Brasilcomienza el 21 de diciembre, pero en Realengo, un barrio suburbano situado a 44 kilómetros de la playa de Copacabana, las temperaturas ya superan los 30 grados.

En la terraza de Erika Martins, Erika Bronze para los entendidos, una treintena de mujeres toman el sol a las 9.00 de la mañana de un lunes, antes de ir a trabajar. Su objetivo es tan simple como urgente: conseguir una marquinha perfecta antes de que comience el verano. “La marca del bikini es muy sexy. A los hombres les encanta, se vuelven locos”, asegura Juliana de Macedo, una cajera de supermercado de 24 años que irá directamente a trabajar después de este baño de sol.Un grupo de mujeres toma el sol en la terraza de Erika Bronze. (V. Saccone)

Para que la ansiada marca quede perfecta, Erika Bronze aplica sobre el cuerpo de sus clientes un peculiar atuendo muy conocido en la periferia de Río de Janeiro: el bikini de cinta aislante. “Tomar el sol en la terraza es algo típico para las mujeres del extrarradio, que viven muy lejos de las playas. Usar el bikini de cinta aislante es un clásico. Todas las mujeres suburbanas lo han hecho alguna vez. Yo de pequeña no tenía dinero para comprarme un traje de baño. Entonces cogía a escondidas el rollo de cinta aislante de mi padre y me hacía el mío a medida”, cuenta esta empresaria, que ha convertido su casa en un solárium.

“Con el tiempo, me enganché a la cinta aislante porque deja una marca perfecta, y mis amigas también. Un día me di cuenta de que podía ganar dinero con eso y monté un spa en la terraza de mi casa. Hoy atiendo a cerca de 30 mujeres por día, es decir, más de 200 por semana, y gano de media 55.000 reales netos mensuales (14.600 euros). Para que te hagas una idea, el verano pasado recibí a cerca de 3.500 mujeres”, asegura Erika con una sonrisa.

Una ciudad arrasada por el paro

Esta empresaria de 35 años y madre de tres hijos es todo un ejemplo de iniciativa y creatividad en una ciudad postrada por el desempleoOcho de cada 10 brasileños que pierden su trabajo viven en Río de Janeiro. El fin de los grandes eventos deportivos como el Mundial de Fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016, junto a la crisis del sector petrolífero y las pérdidas millonarias causadas por la trama de corrupción Lava Jato han llevado a la ciudad más conocida de Brasil a la ruina.

En el primer semestre de este año, Río de Janeiro registró 1,3 millones de parados. La tasa de desempleo en este Estado batió todos los récords históricos alcanzando el 15,6% de la población, según datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). En el segundo trimestre de 2014, esta tasa se situaba en el 6,4%.

Mientras los funcionarios públicos sobreviven gracias a la caridad de amigos y desconocidos porque reciben su salario con hasta cuatro meses de retraso debido a la bancarrota del Estado de Río, el negocio de Erika Bronze florece. Este milagro de marketing se debe a tres ingredientes completamente gratuitos: el sol de uno de los barrios más calientes de Río de Janeiro; las redes sociales, que la han consagrado como la reina del bronceado; y la vanidad de las cariocas.

“Llevo más de 12 años con el solárium. El año pasado colgué un vídeo en Instagram y el día siguiente mi cuenta y mi Whatsapp se habían colapsado. Parecía que todo el mundo quería conocer el spa de Erika Bronze. Desde entonces, el negocio no ha parado de crecer”, cuenta esta empresaria, que tiene a seis empleadas a su cargo. Dos trabajan en el despacho que ha habilitado en la que era su antigua vivienda. Las otras ofrecen asistencia a las chicas en la terrazas. Su tarea principal consiste en pasar el bronceador que la misma Erika ha desarrollado por los cuerpos tostados por el sol. Está hecho con manteca y urucum, un colorante natural usado en la gastronomía brasileña y conocido por sus propiedades diuréticas, antibacterianas y astringentes.

“A mí siempre me ha gustado tomar el sol y siempre he leído mucho sobre la composición de las cremas solares más caras que hay en el mercado. Hasta que inventé mi propia fórmula que permite un bronceado perfecto, sin quemaduras y sin que la persona se despelleje. De tanto leer me he vuelto casi bioquímica”, bromea Erika, que trabaja bajo la supervisión de un dermatólogo. Está a punto de lanzar otra crema de sol para pieles negras, que lleva zanahoria “por eso del betacaroteno”. Todos sus productos han sido aprobados por la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria de Brasil (Anvisa).Una brasileña posa para un fotografía en el spa casero de Erika Bronze. (V. Saccone)

Siguiendo las instrucciones del dermatólogo, sus empleadas controlan los tiempos de exposición al sol, que solo se realiza a primera hora de la mañana. Armadas de un walkie-talkie, también se encargan de mojar constantemente a las chicas con una mini-ducha y las mantienen hidratadas con agua fría y zumos. “Me encanta venir aquí porque te lo ponen muy fácil. Primero, yo no sé hacerme este bikini de cinta aislante. Además, aquí estás con compañía y conoces a gente. Es mucho mejor que quedarme sola en mi terraza”, asegura Juliana. “Además, todos los modelos de bikini son personalizados. Puedes escoger tú misma cómo hacerte la marca”, añade otra cliente.

Ir a las famosas playas de Copacabana e Ipanema, ni pensarlo. En transporte público se tarda casi dos horas para ir y otras dos para volver. “Y además el bikini no deja una marca tan perfecta”, destaca Erika. “Mis clientes adoran mi spa por una serie de razones. Aquí solo hay chicas que vienen con un objetivo claro en la cabeza: broncearse. Esto significa que pueden quedarse como les da la gana, sin tener que preocuparse de si hay alguien que mira. Pueden dejar las piernas completamente abiertas, por ejemplo, para que se broncee todo su cuerpo”, explica la empresaria, que supervisa todo el proceso desde su iPad gracias a una cámara web que ha instalado en su solárium de barrio.