Historia íntima de una derrota en la cumbre del poder

El juez Ricardo Lorenzetti dejó la presidencia de la Corte; según quién cuente la historia, se trata de un estruendosa derrota o una sucesión negociada.

En lo más alto de la Corte dicen que Lorenzetti acordó su salida de la presidencia negociando con el juez Carlos Rosenkrantz su llegada como nuevo titular. Es un jurista de perfil técnico elegido por Mauricio Macri para el tribunal. Lorezentti, perdido por perdido, sabiendo que no iba a poder ir por la quinta reelección, eligió lo menos malo: Rosenkrantz era preferible al riesgoso juez Horacio Rosatti, exministro de Justicia, peronista, al que Lorenzetti asocia con Lilita Carrió, la aliada de Macri que quiere verlo procesado.

Sin embargo, en la Corte cuentan otra historia: dicen que Lorenzetti planteó en el acuerdo de ayer la necesidad de elegir presidente y la respuesta de sus colegas no fue la esperada. Dicen allí que Lorenzetti no vio venir su derrota.

El acuerdo de la Corte, de tres horas y media, en el cuarto piso del Palacio de los Tribunales, fue el más largo y electrizante de los últimos dos años. La salida de Lorenzetti como presidente fue vivida puertas adentro como un terremoto. Y puertas afuera, en el Gobierno, sorprendido y feliz por la noticia, la novedad fue considerada «un bombazo».

Para saber cuál de las dos historias se acerca más a lo ocurrido habrá que esperar hasta el 1° de octubre, cuando asuma Rosenkrantz. Pero para entender la magnitud del cambio habrá que ver si se mantienen los titulares de las áreas más sensibles de la Corte: administración, recursos humanos, escuchas telefónicas o comunicación. Así se sabrá si fue una sucesión natural no traumática o un cambio total. Por lo pronto, lo de Rosenkrantz parece un traspaso más balsámico que si hubiera asumido Rosatti.

Carlos Rosenkrantz se había postulado a la presidencia. Lorenzetti siempre era número puesto, aunque sabía de su desgaste natural después de 11 años y se anunciaba que iba a perder.

Ayer, en una cerrada votación, Lorenzetti obtuvo solo el apoyo de Juan Carlos Maqueda. En cambio, los recién llegados Rosatti y Rosenkrantz lograron el apoyo de Elena Highton y lo desplazaron de la presidencia. Con el apoyo de esta nueva mayoría de novatos y antiguos, erigieron a Rosenkrantz nuevo presidente a partir del 1° de octubre. En la acordada de la Corte que registra la votación quedó asentado que Lorenzetti votó a Rosenkrantz.

La llegada de Rosatti y Rosenkrantz con el arribo de Mauricio Macri al gobierno había modificado las mayorías y los equilibrios en la Corte que integra Lorenzetti desde 2004 y presidió desde 2007. Rosatti, un dirigente del peronismo con peso propio, marcó la cancha desde el principio y no ocultó que no estaba dispuesto a ser genuflexo ante el presidente. Más bien le mostró los dientes y devolvió todas las que recibió en ese duelo silencioso.

Rosenkrantz, con un bajo perfil técnico, acompañó en silencio y Highton osciló en ocasiones apoyando a sus antiguos colegas o sumando el voto con los nuevos. Lorenzetti se había hecho elegir en abril de 2015, antes del cambio de gobierno, con la idea de blindarse antes de la llegada de los nuevos integrantes de la Corte, pero, en la primera oportunidad que tuvieron, los nuevos jueces le mostraron que hacía falta un cambio.

Los jueces le critican a Lorenzetti su rol político de alta exposición y entienden que en lo institucional y en lo jurisdiccional era necesario un cambio en su estilo personalista. La nueva mayoría reclama mecanismos participativos en la toma de decisiones. Por ejemplo, para determinar qué expedientes son los que se deben resolver primero. Restan por conocerse fallos sobre el régimen de jubilaciones, decisiones ligadas a la aplicación de la ley del 2×1.

Lorenzetti deja la presidencia de la Corte con logros importantes: la imagen que le imprimió a la jefatura de la Corte como una autoridad política de relevancia en la arquitectura de los tres poderes del Estado, cuando antes la figura del presidente del máximo tribunal estaba ligada a la de un jurista de bajo perfil y no a un personaje archiconocido fuera del círculo del poder. Otras de sus iniciativas fueron la definición de los juicios de lesa humanidad como política de Estado; la creación del Centro de Información Judicial al establecer la comunicación del Poder Judicial como mecanismo de acercar la Justicia a la ciudadanía; la lucha contra la corrupción como una de las políticas de Estado del Poder Judicial, entre otras.

A pesar de esos logros, no consiguió concretar una de sus ideas señeras de 2018: la reforma judicial para mostrar a la sociedad que los jueces estaban dispuestos al cambio, a perder los 45 días al año de vacaciones, la excepción del impuesto a las ganancias, su régimen jubilatorio especial o su horario de 7.30 a 13.30. La Corte no acompañó porque los jueces no estaban dispuestos a consensuar cambios que les hicieran perder sus privilegios.

La Corte que comienza promete un perfil técnico, en el que de todos modos las intrigas palaciegas seguirán siendo el plato del día.