Francisco y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se han reunido a solas –acompañados de un intérprete-, durante aproximadamente media hora, en la biblioteca privada del Pontífice, en el Palacio Apostólico. Por lo que se ha podido escuchar luego, en el intercambio de regalos, el Papa ha puesto énfasis en el mensaje de la paz. Le ha entregado un documento suyo que redactó para la Jornada Mundial de la Paz y una medalla también alusiva al mismo tema. Francisco le ha hecho comentarios en castellano, que el intérprete traducía.
Al principio, durante las fotos, el Papa ha mostrado un rostro muy serio, frente a la amplia sonrisa –un poco forzada- del inquilino de la Casa Blanca, luego se ha visto a Francisco ya más contento y relajado.
Había una enorme expectación por el cara a cara entre el líder de la superpotencia y el pontífice argentino, que está hoy al frente de una religión con más de 1.200 millones de fieles y a quien, más allá del universo católico, se le reconoce una gran autoridad moral en todo el mundo y una capacidad de interlocución casi sin igual. Durante la campaña electoral norteamericana,el año pasado, el Papa hizo duros comentarios sobre los planes de Trump de levantar un muro en la frontera con México. Bergoglio dijo que quien pretendía hacer estas cosas no podía ser considerado cristiano. A estas palabras el entonces candidato republicano replicó con dureza.
Tras su encuentro con el Papa, Trump se reúne, como es habitual, con el secretario de Estado de la Santa Sede, el cardenal Pietro Parolin, y el ‘ministro’ de Exteriores, el arzobispo Paul Richard Gallagher. Luego está previsto que el presidente de Estados Unidos y su séquito realicen una breve visita a la basílica de San Pedro y a la Capilla Sixtina.
A Trump le acompañaba su esposa Melania –con vestido negro y mantilla corta-; su hija Ivanka y el marido, Jared Kushner; el secretario de Estado, Rex Tillerson; el general H.R. McMaster, consejero de Seguridad Nacional, junto a un reducido grupo de colaboradores y el intérprete.
La comitiva de vehículos ha atravesado los muros del Vaticano por una entrada secundaria, la del Perugino, para evitar al máximo crear problemas a los miles de personas que se preparaban para asistir a la audiencia general de los miércoles en la plaza de San Pedro. Aunque se barajó la idea de que Trump llegara al Vaticano en helicóptero, esta alternativa quedó descartada porque habrían sido necesarios varios aparatos de gran tamaño para desplazar a todo el séquito y eso hubiera creado mucho estruendo y una aparatosidad excesiva que el Papa quería ahorrar a los fieles y a los ciudadanos de Roma.