«El hombre de la Bolsa”, el primer asesino serial de Argentina, mataba a sus propios hijos

El primer asesino serial que tuvo Argentina fue el italiano Cayetano Domingo Grossi, a fines del siglo XIX. Por lo que pudo comprobarse, estranguló o quemó a cinco bebés que eran sus propios hijos, y por esos delitos atroces fue condenado por la justicia argentina a morir fusilado, el 6 de abril de 1900.

Cinco de los homicidios de Cayetano Grossi alternaban el estrangulamiento, las quemaduras y la posterior mutilación de los bebés que habían nacido tras la violación de las dos hijastras de su segunda esposa. Sus delitos le valieron la condena y el desprecio social. Cayetano Grossi tenía 46 años cuando murió y los crímenes que cometió en su época hoy fueron caratulados como “femicidios vinculados”.

Como varios de los bebés mutilados fueron encontrados en bolsas, a Cayetano Domingo Grossi también se lo apodó “El hombre de la bolsa”.

Historia de un asesino

Cayetano Domingo Grossi era italiano, había nacido en 1854 en Bonifati, provincia de Cosenza. Muy joven, se casó en su pueblo con  la joven Rosa Ursomarso, con quien tuvo dos hijos, pero en 1878 viajó a Buenos Aires y su pasado italiano quedó sepultado.

Como vino a hacer su América, al llegar a Buenos Aires, hizo de todo: fue botellero, vendedor ambulante, mozo changarín, luego empleado en la Oficina de Inmigración hasta 1888 y finalmente carrero.

La primera vez que tuvo que dar explicaciones a la policía fue por un hecho casi menor, pero que ya dejaba en evidencia su carácter y el ambiente que lo rodeaba. Su primer entrada policial fue por la pelea con un vecino.© Proporcionado por Perfil Su primer entrada policial fue por la pelea con un vecino.

En 1879 se peleó con sus vecinos (aparentemente una familia de delincuentes, en la calle Río Bambas (hoy Riobamba) entre la Avenida Corrientes y Lavalle.

Pocos meses después, aparecía envuelto en hechos cada vez más turbios.

En octubre de ese año Grossi hirió a otro hombre, Carlos Terrani,  y estuvo siete siete meses preso en la Penitenciaría Nacional. Al salir, lejos de pensar en reunirse con su familia italiana en Buenos Aires, formó pareja con otra mujer, Rosa Ponce de Nicola, que era argentina, viuda, lavandera y no sabía leer ni escribir.

De un matrimonio anterior, le habían quedado a Rosa tres hijas: Catalina, Clara y María. La última de ellas, ni siquiera había llegado a conocer a su padre, que había muerto antes de que la niña naciera. Cuando la beba cumplió los ocho meses, Rosa se fue a vivir con Grossi, y la pareja tuvo tres hijos más: Carlos, Teresa y Lorenzo.

Primero vivieron en el Paseo de Julio (lo que hoy es Avenida Del Libertador) y Pasaje Seaver, pero luego, se mudaron al corralón de la calle Artes (actual Carlos Pellegrini) 1438, en el barrio porteño de Retiro.

El primer crimen de la serie

El 29 de mayo de 1896 ocurrió el primer hecho macabro que, luego se sabría, fue el primer crimen de Cayetano Grossi. 

Personal policial de la seccional 12 encontró en la calle una bolsa con el brazo de un bebé. Y muy cerca, entre la basura, un cráneo destrozado, piernitas y otro brazo.

Y esa misma noche, uno de los carritos que recolectaba la basura, dio con un tórax de bebé. Todas las piezas se unían: un bebé había sido mutilado. La autopsia determinó que el bebé tenía el cráneo fracturado. Sin embargo, en ese momento no se pudo identificar al asesino.Los dos Cayetanos: el primer asesino serial del siglo XX fue otro Cayetano, Cayetano Santos Godino, alias El Petiso Orejudo.© Proporcionado por Perfil Los dos Cayetanos: el primer asesino serial del siglo XX fue otro Cayetano, Cayetano Santos Godino, alias El Petiso Orejudo.

Dos años más tarde, todo el barrio de Retiro enmudeció el 5 de mayo de 1898, cuando apareció en el mismo lugar, un nuevo cadáver de un recién nacido, pero ya no dentro de una bolsa sino envuelto en un trapo de arpillera y en un trozo de saco de hombre.  

El cuerpito ya estaba en avanzado estado de descomposición, pero los forenses identificaron quemaduras en los brazos y el cráneo, destrozado. Las pericias determinaron que murió de asfixia.

Como en el cuento La pesquisa de Don Frutos, del correntino Velmiro Ayala Gauna, el saco terminó delatando al asesino. Era un casimir negro, muy usado, gastado por el tiempo y los remiendos que ya no lo remendaban.

Entre la basura del lugar, identificaron también varias direcciones postales y así ubicaron qué carro había recogido esa basura y con ella, los restos macabros. Fueron por el carretero, que quedó demorado en la comisaría. Tras el interrogatorio, el hombre no parecía ser el asesino: reconoció que había se había percatado de los restos funestos, pero que por temor a quedar involucrado, había decidido no decir nada a la Policía.

Asesinatos y ola de pánico

Los peritos siguieron revisando lo que ya tenían y les llamó la atención el desgaste que tenía en la espalda un saco humilde y con numerosos remiendos hechos con género de luto. En los bolsillos, además, había restos de cigarrillos y semillas de anís. Y abrieron los ojos: inmigrantes españoles y calabreses tenían la costumbre de comer semillas de anís.

Este segundo hallazgo creó una ola de pánico en Buenos Aires, pero sobre todo en Retiro. «La Policía buscaba todos los días mujeres embarazadas que no supieran qué destino habían tenido los bebés que dieron a luz. El diario La Prensa de la época contaba que la Policía había contratado a una vidente para que les dijera cómo podían dar con un asesino”, según el historiador Leonel Contreras.

Rastrillando la zona de Retiro en busca de una persona de escasos recursos, el 9 de mayo de 1898 llegaron a una casa de la calle Artes 1438 que les llamó la atención: toda la familia estaba vestida de luto. Los miembros de la familia eran Cayetano Domingo Grossi, que se presentó como carrero de profesión; su esposa, Rosa Ponce de Nicola; dos jóvenes, Clara y Catalina, hijas de un matrimonio anterior de Rosa; y otros tres niños, menores de edad.

El Hombre de la Bolsa

Hablando con los vecinos, la Policía supo que en el barrio tenían fuertes sospechas de que Grossi mantenía relaciones sexuales con sus hijastras. Supieron además que Clara había estado embarazada, pero nunca se enteraron de qué había sucedido con el bebé.

Apenas un día después, el 10 de mayo, la policía obtuvo un permiso para revisar la vivienda  de los Grossi. Debajo de una de las camas, hicieron un hallazgo espeluznante: dentro de una lata estaba el cadáver de un bebé, envuelto en trapos.

Era el bebé de Clara y habían dado con «El Hombre de la Bolsa».

Sin embargo, Cayetano Grossi comenzó a dar explicaciones que aumentaban aun más sus bajezas: dijo que el saco que envolvía al bebé asesinado y escondido debajo de una cama era de su hijo Carlos y que el joven había matado al bebé a pedido de Clara.

Por otra parte, insistía con que nunca había tenido intimidad con las hijas de su esposa. En su época, los hallazgos macabros en Retiro escandalizaron al barrio.© Proporcionado por Perfil En su época, los hallazgos macabros en Retiro escandalizaron al barrio.

Respecto al bebé que dos años antes habían encontrado mutilado, dijo que había nacido muerto.

Hijos y mujeres del Hombre de la Bolsa

Rosa, la esposa, y su hija Clara declararon que esta última había tenido no uno sino dos hijos con Grossi, pero el acusado negó siempre haber mantenido relaciones sexuales con sus hijastras, responsabilizando de sus embarazos a los novios de las mismas.

Sin embargo, las declaraciones de El hombre de la Bolsa eran dichos y contradichos. El servicio de recolección de basura era con carros, a fines del siglo XIX.© Proporcionado por Perfil El servicio de recolección de basura era con carros, a fines del siglo XIX.

Unos días después y en sucesivos interrogatorios policiales, confesó que él mismo había matado al primer bebé que encontraron, en 1896; que “había incinerado a varios bebés más”; que había tenido un hijo con Catalina; que había dejado embarazada cuatro veces a Clara; que había estrangulado a tres de los bebés y que quemó a los dos restantes, a pedido de sus hijastras.

Rosa, Clara y Catalina aceptaron los cinco crímenes pero culparon a Grossi de todos ellos. Agregaron que también había querido violar a su hermana menor, pero que lograron disuadirlo.

Asesino y partero

Lo que más llamó la atención de los investigadores fue el grado de sumisión de todas las mujeres que rodeaban al asesino Cayetano Grossi.

Ellas mimas dejaban que el propio Grossi las asistiera en los partos y que luego arrojara al fuego a los bebés recién nacidos.

Rosa, la concubina de Grossi, y sus hijastras Clara y Catalina, fueron consideradas «encubridoras» de los homicidios y las condenaron a 3 años de prisión efectiva, y al pago de costas procesales. La pena de Catalina, sin embargo, se redujo a 2 años de cárcel.

Cayetano Grossi fue hallado culpable como autor material de los asesinatos de cinco bebés y fue condenado a pena de muerte.

El fusilamiento

El 6 de abril de 1900 «El Hombre de la Bolsa» fue ejecutado a las 8 hs, pero el caso había tomado tanta notoriedad que parecía un show. Los tres policías encargados del fusilamiento, Rosa Burgos, Manuel Medrano y Calisto García, posaron para las fotos de época como si fueran héroes famosos.

Tres horas antes de que silenciaran para siempre a Grossi, se dispuso que entren a verlo sus hijos y se vio de todo: los que mostraron indiferencia; los que se mostraron aterrorizados; los que lloraron al ver al padre atado a una silla.

«He tenido cinco hijos bautizados; de ellos, tres viven, dos varones y una mujer. Los otros dos, que eran mujeres, murieron aproximadamente hace quince años. Yo recibo con resignación la pena que se me ha impuesto, pero soy inocente. Yo no soy culpable de las muertes de esas criaturas porque las culpables son esas mujeres que me han acusado de asesino de sus hijos. Yo no soy el padre de las víctimas; los padres de esos niños eran los amantes de las mujeres Nicola. Si yo fuera un asesino tan feroz, yo hubiera muerto a mis hijos con la madre», dijo el homicida antes de ser fusilado.

Y enseguida agregó: «¿Cómo es posible que una madre haya permitido que yo asesinara sus propios hijos? ¿Por qué no me acusaron ante la Policía cuando yo salía a la calle, las madres de las víctimas? No siento morir y hago esta declaración por el amor a mis hijos legítimos».

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