Dos amigas, un hacha y una muerte brutal

Basada en el caso real de un homicidio ocurrido en Texas el 13 de junio de 1980, Candy (Star+) es una serie de “terror doméstico” protagonizada por dos amas de casa texanas y un hacha. Escrita y dirigida por Robin Veith y Nick Antosca, tiene el atractivo de presentar a una intérprete habitual de personajes femeninos a lo que roza lo siniestro: la actriz estadounidense Jessica Biel. 

Dos amigas, un hacha y una muerte brutal

En años recientes, con su mezcla de ambigüedad y candor encarnó a la protagonista de la primera (y la mejor) temporada de The Sinner (con Bill Pullman) y de la única temporada de la ultraparanoica Limetown, donde hacía el papel de una periodista obsesionada con el caso de desaparición de nada menos que media comunidad en un experimento en el que intervenía el gobierno de Estados Unidos (en esa serie, se destacaba en el elenco Stanley Tucci, en el papel del tío de Lia Haddock). 

Como en esas dos series, en Candy el centro de irradiación es el personaje de Biel, la ama de casa metodista Candance Montgomery, acusada de asesinar a su vecina y amiga (y esposa de su amante) Betty Gore con 41 hachazos (veintiocho en la cabeza). El apellido de la víctima encaja con el género que asocia el horror con las escenas sangrientas.

Candy Montgomery, conocida como “la asesina del hacha”, tenía treinta años cuando mató a Betty Gore (interpretada por Melanie Lynskey), considerada una “santa” por una de las amigas de Candy por su estilo de superioridad moral y devoción (cuestionado en algunos momentos de la serie, como cuando devuelve a un niño adoptado por su comportamiento díscolo). Casada con Pat (Timothy Simons), un ingeniero electrónico, y madre de dos chicos, la vida de Candy gira en torno de la Iglesia Metodista de Lucas en el condado de Collin, Texas. 

Allí tiene a su grupo de amigas, se destaca en un coro, adoctrina a los niños y practica deportes. La serie muestra el modo en que el influjo de un consumo cultural clandestino de Candy –que es una apasionada lectora de novelas porno soft– incentiva su deseo de una aventura extramatrimonial. El elegido es Allan Gore (Pablo Schreiber, otro integrante de una estirpe de actores sexis), el esposo de Betty. La serie, de seis episodios, parte del día del asesinato, retrocede luego al pasado, cuando nace la amistad entre las dos mujeres, y regresa al momento de la investigación y el juicio.

Steve Deffibaugh, el policía a cargo de la pesquisa –que debido a la cantidad de rastros dejados por Candy parece de fácil resolución–, está interpretado por la pareja de Biel en la vida real: el cantante y actor Justin Timberlake, “afeado” con una barriga protésica, un mostacho grotesco y peluca. En declaraciones a la prensa, Timberlake bromeó con que no le habían pagado mucho por su actuación y que se había divertido al encarnar al adversario de su pareja. En un principio, Elisabeth Moss iba a ser Candy. A finales de año, en HBO Max se estrenará otra serie sobre su caso, Love and Death, con Elizabeth Olsen como Candy.

Para la pintura de la época, los guionistas eligieron referencias audiovisuales. En los episodios se filtran menciones a El imperio contraataca, de la saga de Star Wars; a El resplandor, la película de Stanley Kubrick estrenada en Estados Unidos el mismo día del asesinato (con otro “loco del hacha” en el rol protagónico), al escritor John Steinbeck y a la serie Columbo, con Peter Falk. 

¿Tan yanqui que duele? Sí. Dos amigas (o examigas) de Candy conversan mientras esperan el veredicto del jurado. “Todavía digo que fue un crimen pasional”, reflexiona una de ellas. “¿No deseas amar a alguien a ese nivel?”, responde la otra. Tal vez Candy Mongomery, que actualmente tiene 72 años, podría responder ese interrogante. 

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