Hace más de dos meses que Boca no jugaba bien, desde el partido con Vélez (9 de abril). En el medio, es cierto, ganó casi sin despeinarse ante Arsenal. No sólo el equipo xeneize estaba en baja desde los rendimientos individuales, sino que la estructura colectiva tampoco rescataba al equipo. La táctica y la estrategia no matizaban los derrumbes pronunciados. Y eso también afectaba lo mental, ya que ante demasiadas inseguridades, todo se le hacía cuesta arriba. Por jugar bien se entiende ser sólido atrás, generar más situaciones de gol que el rival, que los futbolistas se sientan representados por la idea del DT, saber afrontar situaciones adversas, adaptarse a distintas circunstancias según el rival y los contextos, como las lesiones.

Pero ayer, ante Independiente, Boca recuperó más cosas que la victoria, con el plus de que el triunfo lo dejó muy cerca de la consagración. Incluso puede coronarse la próxima fecha si vence a Aldosivi, en Mar del Plata; River cae como local ante Racing y Banfield empata con Central en el Sur. Esa fue la culminación de un domingo en el que le volvió el alma al cuerpo. Antes del 3-0, estuvo un funcionamiento y una actitud digna de su historia. Cuanto más lo necesitaba, Boca volvió a mostrar los dientes, jugó con una personalidad avasallante y le duplicó marcas a Independiente en cada una de sus líneas, lo terminó vapuleando pese a que los Rojos llegaban en su mejor momento.

Los xeneizes tuvieron una entrega para ganar en cada pelota dividida, algo que la semana anterior se les había elogiado a River y Central. Muchos técnicos les exigen a sus futbolistas «no dar ninguna pelota por perdida». Eso, ayer, Boca lo hizo casi a la perfección, aún cayendo en algunos atolondramientos que terminaban en infracciones a jugadores de Independiente que estaban de espalda y encerrados contra la raya. La virtud fue que Boca metió como pocas veces en el campeonato y estuvo fino hasta en los quites con barridas, un par de ellos de Pablo Pérez incluso dentro del área de Rossi.

Una de las explicaciones fueron las pelotas que recuperó el medio campo (28), entre Pérez (12), Barrios (11) y Gago (5), aunque los wines Pavón (10 quites) y Junior Benítez (6) también aportaron lo suyo para que Boca desmoralizara cualquier intento de reacción de Independiente. Jara tuvo un partido muy sólido también. Esa intensidad para marcar no sólo fue defensiva, también en ataque: así llegó el 3-0, con una presión alta que inició Benedetto hacia el arquero Campaña. El equipo de los Mellizos presionó hasta un lateral, no dejó rincón sin asfixiar a Independiente. Y ahí empezó a ganar el partido, un partido con sabor a final anticipada.